La génesis del diálogo está en el deseo de acercar arte y ciencia como dos modos de intentar comprender el mundo que pueden entenderse y enriquecerse a través de conexiones inesperadas en el marco del cómic. Su representación gráfica se basa en los paisajes de las selvas del sudeste asiático, como un símbolo de la unión creativa de Luca con Elisa, su pareja de origen tailandés.
El resultado es una obra bellísima estéticamente y compleja a pesar de la voluntad divulgadora, que se apoya en muchas metáforas e imágenes. A mi se me han escapado algunas explicaciones de la teoría de la gravedad cuántica de bucles, pero empatizo mucho con la idea que preside el libro. Aprendemos que el origen y el sentido de la ciencia es la duda, la conciencia de la ignorancia, y que de la curiosidad enorme que surge de ella se ha llegado a las explicaciones de la teoría de la relatividad, la mecánica cuántica o la física atómica y nuclear. Un cómic que concluye que el mundo no está hecho de materia, de redes de piedras, sino de redes de besos.
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