Dificilmente se puede leer un cómic más duro y desgarrador que
Hierba, de Keum Suk Gendry-Kim. En pocas palabras, nos cuenta la vida de una de las muchísimas niñas coreanas que fueron convertidas en
esclavas sexuales en "casas de consuelo" para que los soldados japoneses las violaran. Unas doscientas mil mujeres -también filipinas y chinas- fueron víctimas de esta historia vergonzosa, ocurrida a raíz de la ocupación japonesa de Corea en 1942, que conllevó el traslado de estas niñas a bases militares ubicadas en China donde se las forzaba a esta inhumana función. Niñas nacidas en familias paupérrimas, al borde de la muerte por hambre, que en ocasiones eran entregadas a familias, prometidas para bodas, vendidas o raptadas, lo que iniciaba un proceso de supervivencia en condiciones extremas. Algo que cuesta escribir: diez violaciones diarias que podían ser más de treinta los festivos, con maltratos físicos y casi sin alimentos.
Todo está contado de una manera sencilla y expresiva, a través del relato conseguido por la dibujante en entrevistas a una superviviente, Lee Ok Sun. Las manchas, sombras, trazos y líneas negras transmiten de manera emotiva sin necesidad de ser más explícitas la dureza de lo vivido, que no acabó cuando al final de la Segunda Guerra Mundial fueron liberadas tras la derrota de Japón.
Muchas de estas mujeres supervivientes, en lugar de ser reconocidas como víctimas de crímenes de guerra, tuvieron que seguir viviendo penalidades terribles, y aún hoy luchan por que se les haga justicia, se les pida perdón y se reconstruya su memoria. Dieron un ejemplo de capacidad de supervivencia, y actualmente viven aun en casas de acogida, "casas del compartir" algunas de ellas, como la protagonista de esta historia (imagen de Eldiario.es). Una historia que a la vez indigna y conmueve, y que nos hace admirar a estas mujeres.