
Este logro nos es contado por la autora con un enorme cariño y admiración, por ser un ejemplo de ilusión, perseverancia y amor a la música. Conseguido de modo artesano y casi a escondidas, motivó un viaje a Viena para intentar comercializarlo, y al margen del resultado en el cómic se convierte en metáfora de la posibilidad del encuentro de culturas, de lenguajes y personas.
La gran sonrisa que preside la portada es un símbolo de la confianza, la ingenuidad y el optimismo con la que el protagonista persegue su sueño y entretanto disfruta la intensidad del intento.
El dibujo tiene el estilo expresionista, cálido y muy original de la autora, que trasmite cariño y cuidado por las cosas que hace, desde el papel al juego con los símbolos o la composicíon de las páginas.
Un cómic que con ternura y humor hace un canto a la amistad, al intercambio cultural y homenajea a su familia que todavía se dedica a la venta de instrumentos musicales. Y también hace un concierto visual aquí:
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