jueves, 27 de enero de 2011

Cómo no hacer nada, de Guy Delisle

Cómo no hacer nada, de Guy Delisle, es una recopilación de historias publicadas en diversas etapas y fuentes por Guy Delisle. En realidad, nos sirven para ver la evolución del estilo del autor, hasta sus clásicas Crónicas Birmanas, Shenzhen o Pyongyang, donde refleja con elegancia e ironía la vida cotidiana y los absurdos de los regímenes políticos de estos lugares, como tantos otros. 
En alguna historia aparece una biblioteca, como en la primera, a propósito del descubrimiento de la obra de Muñoz y Sampayo, o la segunda detectivesca...


3 comentarios:

Opadromo dijo...

Creo que este es un libro menor del autor. Guy Delisle es el Kapuscinski del comic. Le sale mejor el non fiction comic. Sobre este dibujante canadiense solo he leído cuatro libros. Uno de ellos son las viñetas e historias de ficción que hoy se presentan. Este libro es totalmente olvidable. Los otros tres, son magnificas piezas de ingeniería narrativa, que cabalgan entre la crónica y diario de viaje. Cada uno lleva por título la ciudad que retrata: Shenzhen, Crónicas Birmanas y Pyongyang.

El canadiense despliega con maestría los requisitos de la crónica periodística. Ejerce la mirada, se posiciona y se mete dentro de lo narrado solo para permite exponerse ante los lectores: la realidad no nos llega como por una cámara objetiva, sino que todo el tiempo Guy Delisle resalta que el que está mirando es él y que esa mirada es enteramente subjetiva. Por eso los libros no son sobre una ciudad, sino sobre la relación de un cronista con los hechos.

Ir a Shenzhen, Birmania y Pyongyang significa para el dibujante un choque cultural que provoca sensaciones dispares, que trata de dar cuenta.

Uno de mis libros favoritos es Shenzhen. Este lugar –se sabe- fue en su momento elegida por el gobierno de China como conejilla de indias para la “economía socialista de mercado” y entre 1980 y el 2000 el número de habitantes de la ciudad pasó de 30 mil a 10 millones. Guy Delisle arriba al lugar para ejercer de director de un estudio de animación de una empresa extranjera. Se queda allí un mes, 30 días completamente solo en esa ciudad autoritaria y caótica, con toques surrealistas y en constante transformación. La historia abre distintos caminos: el de la soledad, el del humor como una herramienta o un chaleco salvavidas y el de la imposibilidad de comunicarse con los otros, a los que no puede dejar de ver como algo exótico.

El viaje a Pyongyang (Corea del Norte) lo hizo tres años después de Shenzhen. Antes de llegar al aeropuerto ya sabía que estaban prohibidos los celulares, las radios, las revistas pornos y los libros de política (aún así logra pasar con 1984, de Orwell, argumentando que se trata de un libro de ciencia ficción. El guardia, tan instruido como un policía salteño, le cree). La crónica de su estadía se vuelve, inevitablemente, en una remake del libro de Orwell: los ciudadanos guardan una pleitesía exacerbada hasta el absurdo para con sus dictadores (devenidos en dioses).

Tanto en Shenzhen como en Crónicas Birmanas, Guy Delisle había retratado el terror y su contracara, el absurdo, con cierto respeto; tratando de reírse de sus propios prejuicios ante una realidad que no puede terminar de comprender. Pero en Pyongyang lo que ve lo desborda. La ficción montada por el gobierno, con una fuerte dosis de terror y estupidez e ineptitud, lo enerva y lo impulsa a discutir con sus guías-guardias, que lo acompañan todo el tiempo.

"Delisle se convierte en el espectador irónico de un país extraño e inesperado, entremezclando la trivialidad de la vida cotidiana de un expatriado y la realidad de un régimen de hierro", ha dicho el diario francés Liberation.

Quizá alguin piense que no es más que una tomadura de pelo proponer entre los nuevos maestros del periodismo a un dibujante. Pero los que se tomen el trabajo de leer alguno de los tres libros mencionados se dará cuenta de por qué Guy Delisle es un autor indispensable

Daniel Medina

José-Antonio Gómez-Hernández dijo...

Totalmente de acuerdo contigo, Daniel, tanto en tu opinión de este comic como en los grandes Shenzhen, Crónicas Birmanas y Pyongyang. Mi reseña era escueta y sin juzgar, porque me gusta este autor y quería mencionarlo, pero sin valorarlo más que como una recopilación de trabajos que en todo caso permiten conocer más su obra y su evolución. No apasiona como los otros... Saludos cordiales

Opadromo dijo...

Es muy bueno este blog. Tu diario de lectura es, especialmente, una guía de lectura. Nos ayuda a elegir. Y por suerte internet hace posible encontrar muchos de los libros (de lo contrario sería como quedarse como en una vidriera, dejando correr la baba por algo que uno nunca va a conocer.
Saludos, Daniel