
Una crónica muy dramática que nos permite ver el sufrimiento insoportable de los soldados anónimos: el miedo, el hambre, el barro, los bombardeos, las heridas sin sentido y la solidaridad de estos perdedores mandados a una guerra absursamente provocada.
Contada en primera persona, tiene una absoluta credibilidad aún cuando, recordada 30 años después por el protagonista al dibujante, tenga curiosos lapsus: Martinelli contabilizó veinte días de batalla que solo fueron tres, por la intensidad y el terror recordado de aquellos días. La honestidad y la memoria no pierde fuerza por la subjetividad con la que se reconstruyen los recuerdos.
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